Estaba pendiente de la publicación de un reportaje realizado por Analía Plaza de la revista Emprendedores.es sobre la situación de los fondos destinados a I+D e Innovación. La publicación es un compendio de pequeños artículos enfocados en la situación de deterioro de la disponibilidad de fondos destinados a la «Innovación». Muchas gracias a la revista Emprendedores y a la periodista Analía Plaza.
Publico tal cual el contenido de los dos artículos con sus respectivos enlaces, espero disfrutéis y disculparme la ausencia estos meses.
Un portal de contactos recibe 42.500 euros de subvención. Más de la mitad del presupuesto para innovación se queda sin ejecutar. Las grandes empresas son las que más ayudas reciben del Estado. ¿Están bien empleadas las ayudas públicas a la innovación?
Analía Plaza 21/11/2013
Las afirmaciones no son nuestras, que podrían, sino de varios estudios que hemos leído recientemente. Sabemos que cada vez hay menos dinero público para la innovación (ah, la crisis), pero todos esos datos juntos nos han hecho preguntarnos si lo que hay está bien empleado. ¿Y bien?
“Dependerá de a quién le preguntes: el político dirá que se ha gastado bien, los que lo ejecutan te dirán que por qué a mí no y por qué a él sí o por qué a los científicos no…”, reconoce Alfredo Colombano, gerente de la innovación de Alma CG. Aunque dentro de los entre 6.000 y 9.000 millones de euros que se presupuestan anualmente para políticas de I+D+i hay buenos casos de innovación empresarial (“dentro de lo poquito que hay, hay cosas muy buenas”, afirma Juan Mulet, director de la fundación para la innovación Cotec), los expertos identifican varios fallos: tanto en cómo y a quién se dan los fondos como del propio sistema. Hemos extraído los siguientes.
Proyectos que no inventan
“¡Dejemos de hacer e-commerces! O hagamos que sean disruptivos”, afirma Raúl Mata. Con esto, el presidente de e-Gauss Business Holding se refiere a la innovación tecnológica, la que más allá de innovar en modelos o procesos de negocio, crea tecnología. “Google no nació como un buscador, sino como un algoritmo. Luego se paquetizó y se convirtió en lo que es hoy. ¿Qué ocurre? Las subvenciones públicas no entienden que eso valga para algo. Si sólo haces servicios de comercio electrónico, puedes ganar dinero, pero no das nada al país. Pero si desarrollas una tecnología disruptiva, sí. O si le das dinero a un e-commerce, que está muy bien, no dejes de dárselo a unos investigadores que tengan una tecnología que no se haga en ningún otro sitio del mundo”.
Mata pone como ejemplo el de la empresa Dail Software (que aplica una tecnología de extracción lingüística nacida en el grupo de investigación en Ingeniería Lingüística, grupo base de la Cátedra Unesco): “Nadie entiende que esto sirva para algo. Pero cuando te enseñan un producto, profundizas y te das cuenta de lo que hay debajo del producto, que puede tener aplicaciones en muchos sectores… Esto es normal en el mundo de la investigación: cuando pido dinero, nadie me entiende. Al final a Dail Software le darán un préstamo público, pero porque nuestra empresa les ha dado dinero antes”.
La necesidad de avales o de poner parte del dinero es uno de los principales problemas que tienen las empresas a la hora de conseguir financiación pública. Y el apoyo de inversores privados que entiendan la tecnología y asuman riesgo es una de las soluciones.
Cuestión de riesgo
Ah, el riesgo. “En España, tanto el CDTI como Enisa (dos de los principales instrumentos públicos de financiación de la innovación empresarial) tienen pocos proyectos fallidos, lo que no dice mucho a su favor porque no arriesgan. Es dinero público y es para fomentar la innovación: pon dinero en 100 proyectos y aunque mueran 99 con uno que salga que produzca 1.000, ya compensa”, asegura Mulet. Uno de los grandes éxitos de los préstamos Enisa en los últimos años ha sido el outlet online Buyvip (que luego compró Amazon).
“Para mí eso es un éxito del inversor más que de Enisa”, considera Mata. “Nosotros invertimos en Hybris (una suiza de tecnología para comercio electrónico, recientemente comprada por la alemana SAP). Hicieron algo que nadie hacía: una plataforma para generar catálogos de compañías de e-commerce. Innovaron y han generado miles de puestos de trabajo en todo el mundo. No digo que no haya que darle dinero, pero no por dárselo a ellos hay que dejar de dárselo a los otros”.
En Enisa, que no invierte sólo en proyectos de tecnología, sino en pymes que innovan en cualquier aspecto, explican que están aumentando su nivel de riesgo. “Gestionamos dinero público. Intentamos mantener un equilibrio entre riesgo, innovación, capacidad crediticia, retorno… Asumimos un riesgo superior al de la banca, es uno de los aspectos que nos pide el Ministerio de Industria”. En 2012, 22 de los casi 100 millones que comprometieron en préstamos fueron fallidos, más que en 2011(14,6 millones).
Otro factor, añade Mulet, es que “en España el capital riesgo no funciona porque hay pocas posibilidades de inversión, ya que son pocas las empresas metidas en esto (de unos tres millones de empresas, sólo 11.000 hacen I+D+i), de manera que no pueden repartir los riesgos sobre muchas”.
Cada vez más, los instrumentos públicos se apoyan o dejan aconsejarse por inversores privados. Lo hace la Madrid Seed Capital, que da dinero a inversores privados para que lo metan en empresas. “Pero si hay tendencias de comercio electrónico o redes sociales, los inversores darán dinero a eso. Y aunque eso está bien, no aporta nada de investigación e innovación tecnológica”, recuerda Mata.
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Ahora pasemos al dinero puro y duro. Y es que la mitad del presupuesto para políticas de innovación se queda sin ejecutar. El cómo se usa ese dinero tiene que ver con la capacidad de la Administración para entregarlo y la de los receptores para recibirlo. En este segundo punto entran las empresas, que no pueden asumir las devoluciones de préstamos ni los avales para acceder a ayudas.
“Antes de la crisis había ayudas a fondo perdido que no tenías que devolver. Luego empezó la política para no afectar al déficit y las subvenciones empezaron a ser créditos reembolsables”, explican desde Alma CG.
Para Mulet, “ninguna empresa renuncia a una subvención. Pero muchas empresas no están interesadas en préstamos, porque hay que devolverlos y quizá no puedan afrontarlos”. Además, muchas de las ayudas también exigen avales. “Ahora hay que aportar garantías que tienen un coste. La empresa se presenta y cuando le hacen la propuesta directamente lo rechazan. También es un tema de economía: la perspectiva es mala y no te vas a endeudar”, añade Colombano.
Otro factor que explican desde Ametic, la asociación multisectorial de empresas de electrónica y TIC es la escasa ventaja del tipo de interés de las ayudas frente a lo que se obtendría en el mercado bancario (en el CDTI, por ejemplo, se ha pasado del 0% de Euríbor a un año al 0,1% de diferencial), los plazos de amortización y carencia (de 15 de amortización y cinco de carencia se ha pasado a cinco y dos en el marco del plan Avanza), el desconocimiento del calendario de convocatorias o algunas normas para presentar proyectos en consorcio entre empresas.
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En consecuencia, si cada vez se presta más, pero se subvenciona menos y se piden más avales, las medianas y grandes tienen más capacidad para acceder a las ayudas y financiar sus innovaciones. “La empresa grande no tiene problemas de aval, así que es lógico que vaya a ellas”, explica Mulet.
Por cierto, ¿habías oído hablar de las deducciones fiscales por I+D+i? Son otra de las ayudas públicas que más usan las empresas para financiar la innovación (el 58% de las empresas, según Alma CG), pero de nuevo llegan a las grandes, que tienen más capacidad administrativa para lidiar con ellas.
El Ministerio de Economía vio en un estudio reciente que las pequeñas no lo hacían por desconocimiento (¡a veces no saben ni que están haciendo actividades que se pueden deducir!).
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Recetas de los expertos para mejorar
Aunque los presupuestos públicos para la innovación caen, hay medidas que pueden mejorar un sistema en el que ya no sea tanto el Estado el que aporte dinero como que facilite que la I+D+i suceda y revierta en crecimiento económico. De las de conversaciones con expertos, estas son algunas de las propuestas que extraemos para fomentar la innovación empresarial.
Analía Plaza 21/11/2013
Compra pública innovadora. Imagina que el Ministerio de Defensa necesita un material que reduzca el peso de los trajes de los militares. ¿Por qué no encargar su investigación, desarrollo y posterior producción a universidades y empresas españolas? Varios de los expertos consultados hablan de este instrumento y Economía trabaja desde hace años en fomentarlo.
Inteligencia competitiva. “La mayoría de las compañías grandes hacen estudios de inteligencia”, explica Mata. ¿Qué es eso? Es saber, por ejemplo, que Google quiere hacer teléfonos muy potentes, que necesita baterías que aguanten y que en España hay áreas de investigación que estudian esto. “Hay hasta un máster en inteligencia competitiva, pero los analistas llegan a la pyme, le cuentan que pueden ayudarla, pero esta no lo entiende. Apoya desde el Estado que las pymes tengan acceso a estos analistas”, continúa. Lo mismo de cara a la internacionalización. “La innovación es un mercado y muchos proyectos se gestan en eventos internacionales. No está generalizada la ayuda para ir a foros donde se acceda a este tipo de contactos. Casi todos los instrumentos tienden más a que la empresa vaya a la feria, pero yo no quiero ir a una feria a vender, sino a ver cómo puedo colaborar”, explica Antonio Novo, presidente de la federación nacional de agrupaciones de empresas innovadoras y clústers, Fenaic.
Fomento de la inversión privada… y del riesgo. Se trata, ya que no hay demasiado dinero público, de fomentar un sistema en el que los inversores privados puedan y quieran entrar en empresas. Y que lo hagan asumiendo riesgos. “En España es un tema residual, poco maduro”, explica Colombano. El anteproyecto de ley también lleva un punto sobre esto: deducción del 20% en la cuota estatal en el IRPF (con un máximo de 20.000 euros anuales) y de la plusvalía al salir de la sociedad.
Incentivos fiscales. Son el principal instrumento externo para financiar la I+D empresarial. En España el 55% de las empresas encuestadas lo utilizan. El anteproyecto de Ley de los Emprendedores trae una novedad respecto a esto: un sistema de devoluciones de inversiones en I+D. “Esto nos pondría a la par de Francia, que es el top de los sistemas de incentivos. Te permite obtener dinero porque has invertido en I+D. Todavía no se sabe cómo se va a ejecutar, pero es una manera de animar a las empresas a hacer I+D”, explican desde la consultora.
Clústers y Asociaciones de Empresas Innovadoras. Un ejemplo. Una gran empresa necesita integrar un aparato que permita controlar mejor la producción en la fábrica. El mercado lo ofrece a 5.000 euros, que la gran empresa, de momento, paga. Una Universidad de la zona desarrolla un estudio de viabilidad para crear un aparato mejor y más barato, que puede beneficiar también a muchas otras empresas más pequeñas. Una empresa TIC se ocupa de generar los prototipos. Tras validarlos la gran empresa, el proveedor TIC empieza a fabricarlo en serie y se lo vende a la gran empresa. Y después, a más. El caso es real (la gran empresa es la planta de General Motors en Zaragoza, la Universidad es la de Zaragoza y la empresa fabricante, la zaragozana Inycom) y un modelo de cómo funciona un clúster, una concentración geográfica de empresas, universidades e instituciones. En este caso, IDiA. “Somos un aglutinador y podemos integrar a las empresas tractoras y las pequeñas”. ¿El problema? Al llegar al nivel burocrático, los clústers no están reconocidos como actor para pedir ciertas ayudas públicas. El proyecto del ejemplo salió adelante sin ayuda públicas de ámbito estatal (“la verdad es que no nos hubieran venido mal para el estudio de viabilidad de la universidad”, reconoce Novo). Se está gestionando con el Ministerio de Economía que los clústers y las AEI (Agrupaciones Empresariales Innovadoras), puedan presentarse a ayudas como las del CDTI.